lunes, 3 de abril de 2017

Deus ex machina.

Me he reído de repente porque ante la estimulación tonta soy
la flor que rompe la tierra porque es veinte de marzo
porque me he despertado en una habitación preciosa
llena de luz, llena de haber escuchado historias
sobre mújeres jóvenes que tuvieron que irse tan pronto
y yo siempre he estado aquí.

Ahora estoy bailando Dancing Queen una mañana en la que pienso
con lo tristes que hemos estado, con lo felices que hemos sido
con lo mal que lo he hecho, con lo bien que ha salido
ésa es mi alegría: haberlo llorado todo
sin perder en realidad nada
y no me siento culpable
sólo agradecida.

Por los pulmones sanos reconozco mi incapacidad
de haber dejado escrito, de haber conseguido mantener
la certeza de haber sido una persona impoluta
como el aire con el que mi madre ventilaba la casa
y yo gritaba hasta la indecencia.

Siempre es tarde para pedir perdón
y, a veces, ésta, viernes y de abril:
eso no te lo esperabas.

Voy a llevarte a merendar al parque antes de que algún órgano falle.

Señor Captcha: no puedo confirmarle que no soy un robot
pero tuve un buen programador cerebral, estoy segura.
Lo intentaré de nuevo más tarde.

Si de verdad la risa es aprendida, no necesita ser recordada
lo esencial no es invisible, son los ojos
y si dentro de tres años se diagnosticarán 247.000 nuevos casos de cáncer
a lo mejor no deberías leer libros que no te gusten.

Me he reído de repente quizá porque las conexiones fallan
quizá porque funcionan.

El mundo seguirá girando como esa bailarina absurdamente perfecta
que una vez deseé con todas mis vanas fuerzas ser
mientras yo también giraba.



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