viernes, 27 de octubre de 2017

miedo 1.

Yo no quiero hablar del pan por no tener
el valor suficiente -que es el pan-
y porque tengo miedo:

de la verdad incluso antes de que se convierta en bacteria
del tiempo, de la vida, del fracaso
de la gente y
del IBEX
del trozo verde de los ojos que no son verdes
del no -que es el pan-
de las migas que se te caen al suelo y
de tus excusas, de las mías
del defecto rojizo como una señal de STOP
de las señales enroscadas al cuello como el cáncer: indoloras, invisibles
de la advertencia
de la muerte fría
del hacerme daño
de la pelea en silencio
de no poder demostrar
de tu rastro en mi cocina, vacía
del pulso del médico cuando no escribe
de la vela a la que le da el viento y no navega: se apaga
del cielo cuando piensa en funerales
de lo que ocurre con la complicidad
de la luz que entra en el aulario a las tres y media
de las tres de la tarde y treinta y uno
de la luz que no entra, de tu risa en mi memoria
del sol en el recuerdo oxidado como alambre
del tender a llamar la atención un día de lluvia
del no saber
del saber demasiado y
de verdad
no de no volver a ser feliz, coger las riendas, planear secuestros
no de los aviones ni de la velocidad limpia
ni del vino que traspasa los papeles ni de que
ya sabes, no haya sido cierto nada
ni de haber perdido todas esas cosas, ni siquiera
de que algún día se vayan las personas
sino del día en el que esas personas
ya no estén.

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